sábado, 7 de marzo de 2009

Este testimonial, se basa en un reportaje exclusivo realizado en el año 2000 por Producciones del Sur del Sur a Javier CALDERÓN, quién -por entonces- era enviado diplomático de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) para el Cono Sur.
En su testimonio, CALDERÓN hace referencia a la historia y la actualidad de Colombia, de Latinoamérica y del mundo.
Se trata de una mirada diferente a la que nos cuentan los grandes medios de comunicación en relación a las FARC y a su historia.
Una mirada que también debe ser escuchada y conocida.
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El reportaje, y su posterior edición, se relaizaron en condiciones técnicas muy precarias, sin embargo tiene un enorme valor testimonial.

Correspondencia libertaria: De Javier Calderón a su madre por Javier Calderón o Jairo Lesmes –
Penitenciaría Nacional Modelo, Pabellón de Alta Seguridad 21 de noviembre de 2008.
Jairo Lesmes o Javier Calderón, capturado en pasados meses como miembro de la Comisión Internacional de las FARC-EP, engrosa hoy la lista de los millares de presos políticos del régimen colombiano. A continuación publicamos completa una carta que envía Javier a su madre:
Bogotá, septiembre 14 de 2008
Querida mamáDoña Ana María
Queridas hermanas (os)
– Familia Lesmes
Cordial saludo y mi deseo de bienestar y éxito en sus actividades. Reciban también un agradecimiento por todas las manifestaciones y hechos de solidaridad y apoyo, ahora que me encuentro prisionero del régimen narco-terrorista de Uribe Vélez por el atroz delito de luchar por los trabajadores, por la democracia, el desarrollo y la justicia social.Un análisis aproximado de mi situación es el siguiente: de acuerdo al Código Penal me pueden condenar por rebelión; al aceptar el cargo se rebajaría a la mitad, y por otros conceptos podría quedar reducida a dos años. Esto, si se ejerciera justicia.Lo real es que quien hace los cargos es la Fiscalía, y esta se encuentra en manos de los narco-paramilitares y proceden no en forma jurídica, sino política y particularmente en forma vengativa contra los luchadores populares. Por lo tanto, es de esperar que la condena será por el resto de vida que me queda y les quedo debiendo.Como la condena es política, una posible libertad hay que buscarla por vías políticas. Y esta vía es el intercambio humanitario. En toda guerra, y en Colombia hay una guerra, se capturan prisioneros de guerra de ambos bandos, y en esos casos en todos los tiempos y en todos los lugares del mundo se procede al intercambio de prisioneros. El régimen colombiano se ha negado, y particularmente Uribe, a cumplir con esta forma internacional sobre la regulación de las guerras. La comunidad internacional presiona por el intercambio humanitario; también lo hace una parte de la sociedad colombiana: ONG, derechos humanos, partidos de izquierda, sindicatos y especialmente los compañeros y los familiares de los prisioneros. La oligarquía reclama con bastante fuerza sus prisioneros y utiliza todo el poder para este fin como los medios de comunicación, convocan eventos, marchan, ruedas de prensa portando pancartas y afiches, camisetas con consignas de libertad e intercambio humanitario.Por el contrario, amigos y familiares de los prisioneros del pueblo no marchan, no reclaman por no tener los recursos suficientes y los medios de comunicación; particularmente no lo hacen por vergüenza y miedo. Los ladrones, los narcotraficantes, los terroristas, esto es, la oligarquía, el gobierno, nos etiquetan, nos sindican, a nosotros los luchadores populares de lo que ellos son: delincuentes y terroristas; y es tal la propaganda, que logra calar en buena parte de la población.Decía ese gran comandante de la humanidad, Ernesto Che Guevara: “en la evolución de la especie humana el guerrillero ha escalado el peldaño más alto”, por tener cualidades especiales de humanismo, dejando todo, renunciando a todo y ofrendando hasta la propia vida en aras de conquistar un mundo mejor y más justo para la humanidad.Con la frente en alto, orgullosamente somos guerrilleros, luchadores populares, prisioneros de guerra, presos políticos. Nunca somos delincuentes, no somos terroristas. Es delincuente y terrorista el régimen colombiano, con sus partidos políticos, parlamentarios, gobierno, oligarquía y Fuerza Pública, incluido naturalmente el paramilitarismo, que desde el intento de magnicidio al libertador Simón Bolívar, y desde siempre, han asesinado por cientos de miles a los líderes, dirigentes y representantes del pueblo que han tratado de construir una nación justa y amable para todos.Casos recientes, entre miles, los magnicidios de los candidatos presidenciales Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro; los senadores Pedro Nel Jiménez, Manuel Cepeda; los sindicalistas Javier Cifuentes, Teófilo Forero; el genocidio de cinco mil militantes de la Unión Patriótica, el genocidio de cuatro mil sindicalistas; el asesinato y desaparición de 300 mil colombianos en los últimos 20 años; la pérdida de sus tierras y el desplazamiento de cuatro millones de colombianos. El bombardeo permanente e indiscriminado contra el campo, arrasando con flora y fauna, y campesinos que luego son presentados como guerrilleros muertos en combate; la tortura y asesinato de simpatizantes, milicianos y guerrilleros capturados. La consigna de Álvaro Uribe y su ministro de Guerra, Juan Manuel Santos, es: cero “positivos” vivos, todos “positivos muertos”.Mi caso y el de otros camaradas que estamos en prisión, es la excepción; nos podemos considerar privilegiados de estar vivos. Esto es lo que se conoce aquí y en cualquier lugar del planeta como terrorismo.Reitero nuevamente: no soy delincuente, no soy terrorista. Soy prisionero político, orgullosamente de las FARC, Ejército del Pueblo.El terrorismo de estado consiste en asesinar a miles para aterrorizar y acobardar a millones. Esta es la razón por la cual nuestros familiares no marchan para reclamar nuestra libertad y exigir el intercambio humanitario.Hoy, finales del año 2008, está al descubierto la llaga del narco-paramilitarismo, del terrorismo de estado, del estado mafioso con el capo fascista de Uribe Vélez a la cabeza.El pueblo de Colombia comienza a despertar, a abrir los ojos, y en particular el mundo se horroriza con la bestialidad del régimen.No han sido en vano los cientos de miles de muertos y desaparecidos, los millones de desplazados, los miles de prisioneros. Hoy el terrorismo de estado da sus últimos estertores, fruto de nuestra lucha; nosotros junto con el pueblo colombiano estamos abriendo el espacio democrático, por el cual irrumpirán los millones de colombianos no solamente para reclamar la libertad de los prisioneros de guerra mediante el intercambio humanitario, sino, lo más importante, el fin definitivo de la guerra, la real apertura democrática con justicia social y la vinculación de Colombia a la construcción de la Patria Grande latinoamericana, como ya lo están haciendo la mayoría de los pueblos latinoamericanos.La pasividad y miedo del pueblo incentiva la violencia de la oligarquía terrorista. Ya comenzaron los grandes cambios en nuestra amada Colombia.Querida Doña Ana María, querida madre con sus lindos 84 años, quiero verla en los foros, en calles y manifestaciones, aunque sea en silla de ruedas; y quiero verla portando la camiseta con mi foto de prisionero, gritando que su hijo no es un delincuente, que no es un terrorista, que es un prisionero político y exigiendo el intercambio humanitario.Querida Doña Ana María, recuerde que su hijo fue sindicalista durante 16 años, presidente nacional de Sintracoltabaco, vicepresidente sindical de la Central Sindical de Trabajadores de Colombia (CSTC).
Madre, se acuerda de Javier Cifuentes mi compañero de trabajo y de dirigencia sindical, asesinado por el estado; Pedro Nel Jiménez mi compañero de secundaria, senador de 35 años de la Unión Patriótica, también asesinado por el estado; la aguerrida dirigente sindical Aída Abella, concejal de Bogotá, se salvó de un atentado, hoy en el exilio en Europa; los Garzón, comunistas y dirigentes sindicales de ayer, hoy defensores del régimen.Madre, a los dirigentes populares en nuestra amada Colombia nos quedaron cuatro opciones: la muerte, el exilio, la traición o continuar las luchas desde las montañas. Esta última fue mi opción desde hace 24 años, y con orgullo tomé el nombre de Javier Cifuentes como nombre de guerra, mas no alias, porque este epíteto corresponde a los delincuentes. Vale aclarar que hubo sindicalistas que permanecieron en la lucha y lograron sobrevivir: son la excepción.Madre, me gustaría que le dijera a Erbin Hoyos del programa radial de Caracol “Las voces del secuestro” que tiene como lema: “el programa se clausura cuando salga el último retenido por la guerrilla”, que la causa es noble, pero es más grande y noble la causa de extender el programa adoptando como lema: “hasta que termine la guerra”.Dígale a Erbin Hoyos, madre, que la guerra tiene dos caras y que desafortunadamente las dos principales víctimas de la guerra son el pueblo y la verdad; y esa verdad es fusilada por los medios de comunicación. Que el primer paso para terminar esta horrible guerra se dará el día en el que los periodistas y los medios de comunicación dejen la parcialidad y muestren en igualdad de condiciones las dos caras de la guerra, esto es, la verdad. La intolerancia es una de las causas primeras de la guerra en Colombia.Finalmente, madre, sé de tu sufrimiento por mi causa, pero comprende madre que hay millones de madres colombianas que sufren igual o quizás peor, por esa, la guerra cruel de que son víctimas sus hijos: el hambre, la desnutrición, el desempleo, el desplazamiento; y esa guerra tiene una causa y contra esa causa y causantes es que estamos luchando."
¡Hasta la victoria, madre!Javier Cifuentes o Jairo Lesmes – Penitenciaría Nacional Modelo, Pabellón de Alta Seguridad/FARC-EP
Fuente: http://www.45-rpm.net/palante/sol-col10.html